JORNADAS IRRESPIRABLES / RECUERDOS DE BELFAST

Ófisis al habla… Lo hago desde Cantabria, España. Ésta es una pequeña región, por lo general ignorada (nunca se nos menciona, por ejemplo, cuando alguien hace un breve «recorrido» por los distintos pueblos españoles: falta de «entidad», supongo). Sin embargo, si le decimos a un británico SANTANDER -que es la capital de Cantabria, por si no lo sabíais-, puede que se le venga a la cabeza el número de su cuenta corriente… Un buen ejemplo de cómo el hecho de tener de vecino al tío más rico y poderoso del lugar, por lo general, no resulta tan beneficioso… si es que lo es en absoluto… Aprovecho para hacer público, no obstante, que me gusta ese edificio de Piano, Don Emilio: que conste. A ver si sirve, de verdad, para algo más que para obstruir las vistas de Peña Cabarga y para ampliar (¿con más hormigón?) los Jardines de Pereda.

A estas alturas debéis tener bastante claro quién soy y qué es lo que soy: varón, padre de una adolescente a quien adoro, a punto de cumplir 47, profesor durante más de diez años, INTERINO… Lo pongo con MAYÚSCULAS, y a algunos os sorprenderá: es lo menos importante de mí, lo sé; pero es la circunstancia que, por desgracia, más me pesa (en todos los sentidos de la expresión) y la que CONDICIONA TOOOOODAS LAS DEMÁS. ¿Qué os parece?… Lo cierto es que hace nueve años, al menos, que demostré (creo que con creces) mi absoluta COMPETENCIA; pero vivo en una sociedad corta de vista, cainita, mezquina, rígida, en más de un sentido arbitraria y (resumiendo) bastante ESTÚPIDA.

Creo escuchar algunas voces… ¡En efecto!: yo formo parte de esta sociedad, sí. Pero he conocido otras, y he experimentado tratos distintos: de respeto y reconocimiento casi inmediatos. A veces eran detalles nimios (si es que hay algún detalle que lo sea), como cuando, al cabo de una semana de «pruebas» en un restaurante en Belfast, lavando torres de platos y cacerolas en las que yo hubiese podido meterme, se me subió el sueldo y se me hizo «empleado fijo»… Tuve que dejarlo (por razones justificadas de salud), pero la empresa me ofreció un puesto mejor, mejor remunerado y en condiciones mucho más «humanas». Hubiese podido aceptarlo… Tal vez debía haberlo hecho… ¡En fin!…

Recuerdo ahora otras circunstancias, otros detalles: las personas, por lo general, te aceptaban por lo que eras; pero también -lo que es muy importante- por lo que parecía apuntar tu potencial humano y profesional, al margen de «títulos» y demás papeles o detalles burocráticos. Era aquélla, además, una sociedad que parecía siempre dispuesta a AYUDARTE a solventar y superar tus posibles carencias en formación y estudios… Así pues, decía que se te solía aceptar por lo que eras, no por lo que tenías o lo que habías estudiado; o por otras valoraciones de tipo más bien superficial.

En apenas dos años, por cierto, al menos tres mujeres interesantísimas y preciosas pudieron estar «inclinadas» a pretenderme (hasta llegar al punto algo «prematuro», en algunos casos, de presentarme a sus padres en nuestra segunda cita). Sea como sea, el caso es que, cuando todo parecía apuntar en la dirección correcta, un profundo ataque de nostalgia -y como de angustia vital por estar cerca, otra vez, de los míos- me alejó de un destino que parecía perfectamente adecuado para mí…

España, julio de 2012: el «ambiente» es casi irrespirable. Parece que se nos ha arrebatado a demasiados la ESPERANZA, el futuro: a nosotros y a nuestros hijos; y quién sabe si, también, a los hijos de nuestros hijos (si es que los pueden llegar a criar). Sísifo os hablará de esto con más detalle: a vosotros y a Don Mariano, claro está.

Hoy es el segundo día que se nos concede a los que estamos «de prestado», en esto de la docencia (¡¡GRACIAS, OH AMOS, ÉLITE ENTRE LAS ÉLITES, POR ESTA NUEVA OPORTUNIDAD CON QUE NOS AGASAJÁIS!!), para optar a una plaza de profesor en un «High School» de la región de Cantabria. Yo aun no he cumplido con mis trámites… Sé que tengo que hacerlo; sé que mi vida, mi futuro (inmediato) y el de mis allegados, dependen decisivamente de ello… Haré lo que sea menester, por supuesto; pero hay algo que me asquea, que hace que rechace todo esto: que me repugna y me impide casi respirar, cuando pienso en ello… No creo que sea necesario decir que no duermo muy bien… Y, además, ME NIEGO A OLVIDARME DE LOS QUE NO VAN A TENER LA MISMA SUERTE QUE YO: de ésos que saben ya que tendrán que elegir entre comer y pagar al banco de los coj… O, peor: ésos que no podrán, apenas, hacer ni una cosa ni la otra (salvados, algunos -quiero suponer- por sus padres o abuelos).

Os escribo desde España, hasta hace poco «octava potencia económica mundial» (¡JA!). En Santander el «verano» lo pasamos bajo una enorme e inamovible nube -gris y densa, como el porvenir- que se «retro-alimenta». Suele desaparecer en setiembre… Como os decía, tantos «indicios» de INEXORABILIDAD, de estar afrontando la vida como una «empresa en vano» (en más de un sentido), de aplastamiento… todo ello hace de estos días una sucesión de jornadas irrespirables…

Lo paradójico es que quien os habla es mi ESPERANZA: mi orgullo más rebelde, mi esencia más indomitable.

ÓFISIS

~ por ofisiswithoutastone en julio 11, 2012.

Deja un comentario